Quería matar a un excompañero del colegio, pero asesinó a una mujer: bullying, Fortnite y locura en Tucumán

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Algunos pensaron que era un femicidio. Otros creían que se trataba de un ladrón. El estruendo de un disparo levantó de las sillas a los clientes que estaban en la vereda del bar tomando un café a media mañana. El miércoles 13 de octubre de 2021, a las 10, todo estaba en calma en una de las esquinas más concurridas de la ciudad de Yerba Buena, en Tucumán, hasta que estalló el ruido seco de un arma de fuego.

-El edificio es un centro comercial y en la planta alta, arriba del bar, funciona una oficina. Desde ahí salieron los gritos, mientras algunos bajaban desesperados por la escalera hacia la calle. Todo fue un caos y nadie entendía muy bien lo que pasaba, mientras buscaban refugiarse dentro del bar, debajo de un cartel en la vereda o detrás de un árbol en la esquina de avenida Aconquija y Chacho Peñaloza.

Armado para la guerra

Gerónimo Helguera, un hombre de 29 años con físico de gimnasta, había entrado acelerado y nervioso. En su mochila llevaba una pistola Colt Woodsman calibre 22Lcargada con 10 cartuchos listos para ser usados; dos cuchillos de tipo cacería de 25 centímetros; un par de guantes de látex; un guante de trabajo; y una caja con otros 29 cartuchos calibre 22L para recarga. En los oídos tenía protectores auditivos, de los que usan los cazadores o aquellas personas que practican tiro al blanco. Apenas entró a la oficina preguntó por Juan José Ledesma.

Dentro del local, una mujer que hacía la limpieza escuchó su pedido y cuando giró para averiguar de qué se trataba, se quedó casi de espaldas. En ese instante, Helguera le disparó a la altura de la cabeza. Mariela Márquez cayó al piso ensangrentada. Tenía 34 años y aquel día, como todas las mañanas desde hacía cuatro meses, había llegado puntual a su trabajo. En su casa había dejado durmiendo a tres hijos de 8, 11 y 16 años, a quienes mantenía ella sola como podía, y a veces, con la ayuda de sus padres y hermanos.

Luis Fabián Gómez, el portero del edificio comercial, estaba en la misma oficina y vio caer a la mujer contra el piso. En ese instante, el agresor Gerónimo Helguera giró el brazo para apuntarle al portero. Sin embargo, Gómez fue más rápido de reflejos y le empujó la mano en la que tenía el arma para desviarle la dirección. El portero, un hombre de contextura física mediana, forcejeó contra Helguera y gritó varias veces para pedir ayuda hasta lograr empujarlo hacia el baño de mujeres.

FUENTE:TN

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